28.3.11

arq_Opinando…supercasas, megaconstrucciones, hipertrofias.

Todo es opinión. El modo de crecimiento de la conciencia cívica y de la educación colectiva es un ensayo de prueba y error. Se basa en realizar teorías, que se confirmarán, complementarán o desmentirán a través del filtro de las críticas. Opiniones que convergen o divergen, colisionan o levemente se rozan. Pero opiniones que carecen de valor si no parten de un conocimiento. El resto es solo ruido que confunde y que mide su validez en el eco que opiniones igualmente infundadas le confieren. Una ciudad sobre arenas movedizas: dudosa estabilidad, futuro hipotecado.

Nos han educado y formado para ser profesionales. Nuestro trabajo repercute directamente en la calidad de vida de las personas y en el desarrollo de la sociedad, y tenemos un compromiso ético ineludible para con ella. Pero olvidamos frecuentemente una fracción de ese deber. Los arquitectos, dicen, tenemos medio cerebro de artistas, y como tales, somos creadores de opinión.

Vivimos en una sociedad que derrocha energía a manos llenas, mientras que las energías de las que dependemos se agotan, por fortuna para el planeta, a un ritmo aún mayor. La construcción emplea un porcentaje desmesurado de la energía que se utiliza en el mundo, y en la construcción misma se centran muchas de las investigaciones y soluciones más avanzadas para el ahorro de esa energía. Sin embargo, la difusión de la arquitectura para un ciudadano de a pie se limita a una pizca de Supercasas aderezada con unas gotas de Megaconstrucciones[1]. Eso es actualidad a su juicio, porque su juicio carece del necesario conocimiento, y su sensibilización al respecto es, por tanto, escasa. Mientras tanto, nosotros continuamos comunicándonos en círculos cerrados de retroalimentación y nuestros canales de opinión siguen alimentando su hipertrofia: no hay células nuevas y las antiguas son estáticas.

Debemos contaminar positivamente el mundo con opinión y con compromiso. La arquitectura y la ciudad son las infraestructuras necesarias para la vida, y el futuro no es una arquitectura sin arquitectos, sino con otro tipo de arquitectos. Asumamos nuestros deberes, porque en ellos está gran parte de la solución. Generemos opinión.

No sólo en nuestras manos está el cambio, pero se debe alzar la voz para mitigar el ruido. Así que tenemos tarea… vamos, opino yo.


[1] Programas de televisión de difusión nacional que exponen el mundo de la arquitectura y de la ingeniería desde un punto de vista, cuanto menos, limitado, y que más que difundir cultura arquitectónica, la confunden.