12.5.11

arq_¿Qué papel pueden desempeñar los arquitectos ante la ecología medioambiental?

En primer lugar, deben apostar por un diseño decididamente más eficiente. Las soluciones pasivas no son un invento nuevo, sino que tienen su base y están profundamente arraigadas en las arquitecturas vernáculas y tradicionales, y desarrolladas por movimientos como el denominado passivhaus o el bio-climatismo, y se dejan de lado frecuentemente ante recursos que generan un mayor impacto ambiental debido a presiones generadas por intereses particulares o económicos, o simplemente a una mala práctica profesional del arquitecto, derivada de una formación deficiente.

Y el diseño eficiente no debe limitarse a los edificios, sino a las ciudades y a las conexiones y relaciones internas en las mismas: “Nosotras, ciudades, estamos convencidas de que la ciudad es, a la vez, la mayor entidad capaz de abordar inicialmente los numerosos desequilibrios arquitectónicos, sociales, económicos, políticos, ambientales y de recursos naturales que afectan al mundo moderno”[1].

En segundo lugar, deben tener a su disposición la información necesaria y los medios de evaluación adecuados para ser plenamente conscientes del alcance ambiental de sus diseños, y así poder tomar medidas que aseguren la calidad de los proyectos reduciendo su repercusión en el medio ambiente.

Y en último lugar, deben asumir un papel formativo, como generadores de presión social, como divulgadores y creadores de opinión. Nuestro trabajo repercute directamente en la calidad de vida de las personas y en el desarrollo de la sociedad, y tenemos un compromiso ético ineludible para con ella. Pero olvidamos que podemos ser también creadores de opinión. En esta sociedad que derrocha energía a manos llenas, y en donde los edificios y las ciudades son unos de los principales agentes de contaminación, la difusión de la arquitectura para un ciudadano de a pie es muy limitada, y sin el necesario conocimiento no es posible su implicación en el cambio de modelos urbanos y arquitectónicos. Su sensibilización respecto al medio ambiente es cada vez mayor, pero no tanto respecto a los modelos de gestión urbanística, a la ocupación del territorio, o simplemente a una arquitectura responsable en su diseño con el entorno. La arquitectura y la ciudad son las infraestructuras necesarias para la vida, y el futuro no es una arquitectura sin arquitectos, sino con otro tipo de arquitectos.



[1] AA.VV: Carta de las Ciudades Europeas hacia Sostenibilidad (La Carta de Aalborg). Aalborg: 27 de Mayo de 1994. Conferencia Europea sobre Ciudades Sostenibles. I.3. Estrategias locales hacia sostenibilidad, pág. 3.

6.5.11

abp_Arquitectura y hábitat

"La arquitectura por sí sola no puede resolver los problemas medioambientales del mundo, pero puede contribuir significativamente a la creación de hábitats humanos más sostenibles". 
Brian Edwards, 2001

5.5.11

arq_¿Puede la sociedad seguir creciendo sin causar más daño ecológico?

¿Pueden las ciudades seguir creciendo sin convertirse en macro-organismos consumidores de recursos y productores de residuos? En 1987, la Comisión de la ONU para el Medio Ambiente, conocida como la Comisión Brundtland[1], definió el crecimiento sostenible como aquel “que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”. Y también estableció un punto de partida novedoso en aquel momento, que era incluir al binomio “sistema económico-sistema social” la tercera pata a considerar en cualquier desarrollo, la capacidad de carga del medio ambiente.

En la ecuación de un proyecto, o en la formación de un arquitecto, la variable ambiental no ha tenido cabida hasta este momento de la historia, sencillamente porque en los últimos cincuenta años los problemas medioambientales se han multiplicado extraordinariamente. De este modo, la conciencia medioambiental se está situando (al menos aparentemente) en primera fila y como factor determinante de múltiples disciplinas y políticas de desarrollo, asociadas al aumento de la población de la Tierra, a su necesidad de cobijo y subsistencia, acompañadas por el crecimiento de las nuevas economías de los países emergentes, que han situado al consumo global de recursos y al gasto general de energía en cotas nunca alcanzadas hasta ahora.

La vida diaria gira en torno a las ciudades y sus construcciones, y esto hace evidente que el papel de los arquitectos, como diseñadores y urbanistas, debe actualizarse. Y su papel no sólo debe ceñirse a la parte más evidente del concepto de sostenibilidad, que es la relacionada con la ecología medioambiental, sino también a la ecología mental y la ecología social[2], es decir, tanto a los costes ambientales y al ahorro energético, como a la creación de espacios saludables (en el más amplio sentido de la palabra) y de colectividad.

En lo referente al impacto de la ecología medioambiental en la arquitectura considero que el cambio sólo será posible a través de:
  • La formación y la divulgación, que sirva como toma real de conciencia del problema y del valor fundamental de incluir estas prácticas ecológicas desde un inicio en el proceso proyectual.
  • La aceptación de la existencia del capital ecológico por parte del mercado y la creación de nuevas legislaciones enfocadas desde políticas transparentes, para hacer posible la aplicación industrial y viable la aplicación económica de las mismas.
  • El desarrollo de nuevas tecnologías y la implicación de todas las partes, que hagan efectiva la implantación de todas estas voluntades e iniciativas.


[1] La dirigía la política noruega Gro Harlem Brundtland.
[2] GUATTARI, Félix: Las tres ecologías. Valencia: Pre-textos, 1996, pág. 30.