En primer lugar, deben apostar por un diseño decididamente más eficiente. Las soluciones pasivas no son un invento nuevo, sino que tienen su base y están profundamente arraigadas en las arquitecturas vernáculas y tradicionales, y desarrolladas por movimientos como el denominado passivhaus o el bio-climatismo, y se dejan de lado frecuentemente ante recursos que generan un mayor impacto ambiental debido a presiones generadas por intereses particulares o económicos, o simplemente a una mala práctica profesional del arquitecto, derivada de una formación deficiente.
Y el diseño eficiente no debe limitarse a los edificios, sino a las ciudades y a las conexiones y relaciones internas en las mismas: “Nosotras, ciudades, estamos convencidas de que la ciudad es, a la vez, la mayor entidad capaz de abordar inicialmente los numerosos desequilibrios arquitectónicos, sociales, económicos, políticos, ambientales y de recursos naturales que afectan al mundo moderno”[1].
En segundo lugar, deben tener a su disposición la información necesaria y los medios de evaluación adecuados para ser plenamente conscientes del alcance ambiental de sus diseños, y así poder tomar medidas que aseguren la calidad de los proyectos reduciendo su repercusión en el medio ambiente.
Y en último lugar, deben asumir un papel formativo, como generadores de presión social, como divulgadores y creadores de opinión. Nuestro trabajo repercute directamente en la calidad de vida de las personas y en el desarrollo de la sociedad, y tenemos un compromiso ético ineludible para con ella. Pero olvidamos que podemos ser también creadores de opinión. En esta sociedad que derrocha energía a manos llenas, y en donde los edificios y las ciudades son unos de los principales agentes de contaminación, la difusión de la arquitectura para un ciudadano de a pie es muy limitada, y sin el necesario conocimiento no es posible su implicación en el cambio de modelos urbanos y arquitectónicos. Su sensibilización respecto al medio ambiente es cada vez mayor, pero no tanto respecto a los modelos de gestión urbanística, a la ocupación del territorio, o simplemente a una arquitectura responsable en su diseño con el entorno. La arquitectura y la ciudad son las infraestructuras necesarias para la vida, y el futuro no es una arquitectura sin arquitectos, sino con otro tipo de arquitectos.
[1] AA.VV: Carta de las Ciudades Europeas hacia Sostenibilidad (La Carta de Aalborg). Aalborg: 27 de Mayo de 1994. Conferencia Europea sobre Ciudades Sostenibles. I.3. Estrategias locales hacia sostenibilidad, pág. 3.